You are my teenage dream || Aidan Boulet

Después de la clase que tenía ese día, Alethia había decidido que iría a dar una vuelta por Maxwell Street. Desde que había vuelto a su ciudad natal, la castaña tenía muchos deseos por poder volver a recorrer aquella calle que tenía uno de sus mercados favoritos. Podría pasar a una cafetería local para comprar un té y con bebida en mano, recorrería los puestos para ver las mercancías expuestas. Recordaba cuando era más joven que su madre la llevaba para que escogiera aretes o pulseras que le gustaran, así como cintas y pinzas para el cabello. Lamentablemente, ese día su madre trabajaba y no podía acompañarla, pero eso no disminuyó el ánimo de Alethia, al contrario, si veía algo que le recordara al gusto de su madre, lo compraría.

Era mediodía cuando la joven llegó al mercado y aunque el sol estaba brillando por lo alto, no hacía demasiado calor. Lo cual ella agradecía profundamente porque había salido de su departamento con unos jeans deslavados y una blusa de manga larga. De su hombro colgaba su mochila, en la cual sólo cargaba su cuaderno de notas, su cámara fotográfica y la pequeña bolsita que cargaba siempre con su celular, su cartera y una crema de manos. Siendo miércoles, no había tanta gente en las calles, lo cual la joven agradecía al no ser fanática de las multitudes, sin mencionar que así dispondría de espacio y tiempo suficiente como para poder pasar el tiempo que quisiera mirando los puestos que llamasen su atención.

Tras haber comprado unos pañuelos largos que le gustaba usar alrededor del cuello, dos anillos de plata que ahora adornaban sus dedos y un par de aretes que le llevaría a su madre; la joven estaba lista para volver a casa. Esa tarde tenía una entrevista de trabajo en una editorial a la que había mandado su currículum como traductora. La joven rogaba porque le dieran el trabajo, sus padres no la habían presionado con ello, pero sabía que los dos esperaban que ella comenzase a hacer algo productivo con su vida ahora que tenía una carrera terminada. Cuando iba ya de salida, la joven se percató de que un hombre que caminaba a diez metros por delante de ella dejaba caer su cartera del bolsillo sin percatarse.

Alethia no lo pensó ni un momento, corrió los metros que los separaban, recogió la billetera del suelo y sin siquiera echarle una mirada, fue al alcance de su dueño - ¡Disculpe! - llamó sin obtener mayor respuesta, de modo que tuvo que apresurase para colocarse al lado del hombre y así atraer su atención, lo tocó del brazo mientras volvía a intentarlo - Disculpe, pero dejó caer su...   -la joven había alzado la mirada al rostro del desconocido y se había quedado muda de repente. Ese desconocido no lo era en absoluto, su estómago se contrajo y Alethia no pudo más que mirar a Aidan Boulet con su expresión más sorprendida. -...cartera - terminó como pudo y luego esbozó una sonrisa algo tímida - Hola - saludó sin saber si él la reconocería. Ella jamás podría olvidarlo, pero él seguramente a ella sí, después de todo, la última vez que se habían visto ella tenía apenas 16 años y no estaba en su mejor época en aquel entonces.

Miró su reloj colocando una mano sobre sus ojos para que el sol no llegase a los mismos, ¿Dónde había dejado sus gafas cuando las necesitaba? Negó con la cabeza y dio un leve suspiro recordando haberlas dejado dentro del vehículo el cuál ahora ya se encontraba a varias manzanas del lugar en el cuál lo estacionó. Tenía una entrevista en su empresa por la contratación de personal nuevo y esperaba él, algo más eficaz pero el hacerse cargo de otros negocios no relacionados con lo mismo le hacía contar con escaso tiempo y disponibilidad como para recordar asuntos menores. No solía hacerse cargo de la contratación de nadie a no ser que se tratase de negocios más vinculados a la mafia o al tráfico, algo reservado y lejano a toda su vida "normal" y de apariencias, de modo que las gafas no eran en ese momento algo indispensable. Las calles de esa zona siempre se encontraban llenas de personas, las odiaba, pero necesitaba transitarlas para poder llegar a su empresa cada día a menos que no tuviese asuntos a parte que tratar como ese día. Había quedado en encontrarse con un socio en un sitio específico esa mañana, el mismo, le había hecho esperar al menos veinte minutos más de lo acordado y con su forma estricta de proceder la impuntualidad no era algo que le pusiera de buen humor. Lo dejó pasar porque necesitaba la mercadería para poder organizar la forma de entrega a los distribuidores, de lo contrario fácilmente era un hombre que "eliminaba" los problemas de raíz con ese tipo de personas.

Se apresuró a cruzar una de las avenidas y se detuvo del otro lado sacando el móvil de su bolsillo con algo de rapidez por la insistente vibración que llegaba desde el mismo. Se trataba de uno de los hombres que trabajaban para él avisándole a cerca de la mercadería que se suponía debería haber llegado a sus manos esa misma mañana luego de hacer la transacción de dinero no había llegado, y como no se trataba de azúcar sino de drogas, debían ser extremadamente meticulosos con ello. Aidan no solía alterarse de manera fácil sino cuando las cosas parecían irse de sus manos y odiaba la falta de organización en esos trabajos por lo cuál daría tiempo de una hora más o mandaría a sus hombres para investigar qué había sucedido. Maldijo por lo bajo continuando con su caminata, nadie le tomaba por idiota, mucho menos cuando había pagado una gran suma de dinero por ello y más le valía a ese hombre hacer llegar lo que le correspondía a destino si no quería amanecer flotando en el río.

Las personas caminaban apresuradas mientras otras se detenían a mirar la gran variedad de tiendas haciendo caso omiso a los empujones o permisos de quienes iban sin tiempo. En medio del mar de voces y cuando ya comenzaba a alejarse de la multitud comercial escuchó una voz femenina desde atrás pero prosiguió su caminata sin prestar demasiada atención. Eso hasta que sintió la voz a su lado y el toque de su mano por lo cuál giró el rostro casi con molestia para encontrarse con una joven que sostenía su billetera. La observó con detenimiento, descifrando los detalles de su rostro y la sorpresa que el mismo expresaba sin darse cuenta el motivo; un fugaz pensamiento llegó a su mente, siento traficante no podía dejar pasar nada por alto y si alguien la había enviado para molestar entonces terminaría de alterar su día y para malas. Dirigió la vista hacia la billetera y luego nuevamente a la chica notando cierto conocido pero ignorando dónde la había visto. -Gracias...- dijo con seriedad tomando nuevamente lo que le pertenecía y sin dejar pasar oportunidad prosiguió. -¿Nos conocemos de algún lugar?- mientras su mente llegaba finalmente a reconstruir el conocido rostro y una muy sutil sonrisa aparecía en sus labios al reconocerla. -Alethia, que sorpresa volver a verte... has crecido mucho- comentario que salió sin mucha lógica pero la recordaba de muy joven y la atractiva chica que se encontraba delante de él ya no era una niña.

La memoria no le fallaba, pero podía jugarle una mala pasada si se trataba de rostros que había visto hacía ya mucho tiempo o personas con las cuales había tenido muy poca relación. En este caso particular, se trataba de lo primero, ella seguía siendo ella, con las diferencias marcadas por su joven edad y no los detalles que poseía cuando más niña, según Aidan la recordaba. Sus familias habían frecuentado siempre el mismo círculo social, compartido algunas cenas y reuniones por lo que los recuerdos si bien eran pasados, se encontraban en su mente. Sus momentos más tranquilos, cuando no tenía que lidiar con lo que su padre había dejado para él e incluso cuando no tenía que hacer frente o vengar la muerte del mismo. Varios de los momentos más felices habían sido durante su estadía en Francia, cuando a penas tenía noción de lo que sucedía a su alrededor o recién comenzaba a incursionar dentro de ese oscuro mundo en el cuál su padre se había manejado. Ahora, en la actualidad, las responsabilidades habían crecido, el sostenimiento de sus negocios si bien mantenía el éxito de siempre, muchas otras se volvía una pesada carga que llevar. Pero Aidan no se quejaba, era de los que iba hacia adelante dejando cualquier tipo de molestias atrás y vivía la vida sin restricciones haciendo lo que quería cuando quería con la frialdad necesaria para poder subsistir.

Notó el sonrojo en la joven, un gesto tan simple que podía atraer la atención de alguien a quién había visto por última vez a los 16 años, y ahora se presentaba ante él con unos tantos más. -Si te cruzaras conmigo sin hablarme posiblemente no te reconocería, pero qué puedo decir, tengo algo mala la memoria- dijo y no para justificar su olvido sino porque no solo no esperaba encontrarla en las calles de Chicago, sino que además se veía muy diferente a lo que alguna vez vio.  -Cinco años- repitió pensativo, eso era bastante, como para poder olvidar incluso a sus amigos cercanos de Francia, personas con las cuales había dejado de mantener contacto hacía mucho tiempo centrándose ahora en vínculos amistosos más distantes debido a su falta de confianza. Su trabajo lo había convertido en eso, pero también en un excelente actor si se trataba de mostrar una perfecta apariencia social. Saludó a la chica como ésta a él y continuó mirándola admitiendo que se veía realmente bien aunque  muy dentro de su mente parecía ser la pequeña niña tímida que vio por última vez. Asintió a modo de agradecimiento, en esos últimos meses las condolencias se habían transformado en algo habitual de parte de quienes conocían a su padre y si bien le había afectado en su momento lo sucedido ya solo guardaba la rabia necesaria para poder tomar venganza con quién efectuó la acción.

-Te agradezco- respondió, ni más ni menos, solo lo necesario. No le apetecía hablar demasiado sobre ese tema, más aún porque la mayoría de las personas desconocían lo que de verdad había ocurrido y porque prefería centrarse en lo positivo de su vida dejando temas de ese tipo presos de su rabia y solo para actuar en el momento necesario. -¿Estás de paseo en la ciudad? podemos caminar un rato y de paso te muestro en dónde trabajo- dijo cambiando rotundamente de dirección. Después del pequeño problema con la mercadería, encerrarse a trabajar era lo menos oportuno; se puso en marcha a su lado esta vez con más calma y sin apuro, observando con cierta sutileza a la joven que ahora se acercaba para caminar a su lado y conteniendo una sonrisa que aludía más a un deseo privado despertando en él y a la sorpresa de encontrarse con alguien como ella un día en el cuál su ánimo había sido alterado por trabajo. -¿Cómo se encuentra tu familia?- preguntó a medida que avanzaban nuevamente encontrándose entre las personas apresuradas.

Omitió el comentario a su frase. No podía decirle que su padre le había dejado negocios bastante complicados, aunque a veces lo sentía como peso y con una extrema necesidad de simplemente poder gritarlo, pero hacerlo significaría problemas con la ley, con la mafia y seguramente con la joven que caminaba a su lado a quién de seguro la quitarían del medio con un simple tiro sus enemigos. La reserva lo era todo para él, el cuidar cada paso, cada palabra se había naturalizado de tal manera que difícilmente alguien lograse sacarle información; solía verse a si mismo como una máquina, cumpliendo las tareas de forma casi mecánica, tanto en el tráfico como en la empresa; sabiendo qué hacer y qué decir en cada momento. Sin embargo tenía sus momentos para relajar la mente y las ideas, y eso sucedía o bien cuando dormía o cuando se divertía de la forma que eligiera para el momento. Era algo impulsivo, pero esa característica era lo que lo había ayudado hasta el momento para sobrevivir dentro del ambiente en el cuál se encontraba, con una mentalidad más fría que humana pero viviendo satisfactoriamente y satisfaciendo sus necesidades fuesen naturales o profesionales.  Tenía la vida que quería, se sentía completo y si algo faltaba sabía como compensarlo manteniendo pensamientos positivos en su mente.

-¿Vas a trabajar? quién lo diría, a penas te recuerdo entre libros- le dijo en tono bromista. Así la recordaba, aunque los pensamientos ya no eran tan sanos si le echaba una ojeada a la chica ahora, hasta difícil se le hacía creer como cambiaba la gente o quizá su mente en cuanto a las mujeres. Seguía viéndola aún como la pequeña chica, pero con el razonamiento algo cambiado, tal vez porque su propia mente había comenzado a ver a las mujeres de determinada manera y solo para poder satisfacer necesidades, aunque esa pequeña ingenuidad presente al mirar a la joven lograba desacomodar un poco su calma y aquietarlo a un nivel bastante instintivo. Se preguntó si tenía algún chico en su vida o más aún si le daban buen sexo, aunque el pensamientos de la tímida chica que siempre conoció en una de esas situaciones le resultaba bastante interesante pero se dijo a si mismo que era una locura pensar en alguien tan conocido de esa manera y decidió prestar atención a la conversación que estaban teniendo dejando el pensamiento más bajo para otro momento. -¿En qué sitio tienes la entrevista?- le preguntó con curiosidad por mantener la conversación sin dejar de avanzar por la calle pero a paso más lento.

Escuchó sobre sus padres, los que conocía desde que era un niño e incluso antes de que la chica hubiese nacido ya que la diferencia de edad era bastante aunque ahora menos notoria en términos físicos. -Me alegro que se encuentren bien, envíales saludos cuando hables con ellos- le dijo de forma cordial y finalmente se detuvieron frente al edificio que formaba la gran empresa que le pertenecía. Volvió su vista a la chica y sonrió amablemente. -Aquí trabajo, se que no tienes tiempo ahora pero me gustaría mostrarte el lugar en algún otro momento- comenzó diciendo a sabiendas de que lo hacía porque claramente le había despertado un interés bastante particular y cuando se trataba de atracción a él poco le importaban los medios. Era la curiosidad lo que lo había movido a hablar, curiosidad por saber que había detrás de ese inocente rostro, o por saber cuánto había avanzado desde que la vio por última vez hacía ya 5 años, algo morboso para su parte más razonable pero no era Aidan de los que se detenía a pensar en ese tipo de cuestiones, conseguía lo que quería a costas de lo que fuese. -Si es que te encuentras libre en estos días- agregó a su comentario anterior.

Se dijo a si mismo que a pesar de conocerla hacía ya muchos años, poco sabía de la chica. Su vida en Francia había sido demasiado agitada a nivel social como para detenerse a mirar a quienes los rodeaban, sobre todo si esas personas tenían una edad mucho menor; él no se fijaba en chicas que hasta menos edad que su hermana tenían, siempre había preferido a las mujeres algo más maduras, cercanas a su edad o quizá hasta mayores. Sin embargo, no podía dejar de lado que la joven llamaba su atención de una oscura manera a pesar de las condiciones reunidas para que su atención no estuviese sobre ella. No necesitaba ese tipo de cosas, mucho menos los problemas, tenía todo en su vida y si buscaba algo era solo por diversión; además, intentar un acercamiento supondría problemas con una familia que conocía desde temprana edad y no quería ningún padre corriéndolo con un arma cuando su hija sufriera porque el malvado Aidan había solo buscando quitarle la ropa. Eso sumado a lo que su madre podría llegar a decirle, una mujer reservada y respetuosa de la vida de sus hijos pero solo porque los mismos habían mantenido lo que hacían en reserva y lejos de ella. -Muy aplicada la chica- le comentó de modo bromista.

Se detuvieron frente a la empresa del hombre. La sorpresa en el rostro de la chica le generó curiosidad y asintió levemente con su cabeza. -Así es, esta es mi empresa- pronuncio sonriendo del todo cuando la frase continuó por parte de ella. Su forma de hablar era casi igual que la última vez que la vio a pesar de los años, quizá en su momento no había prestado la suficiente atención a la chica por claros motivos pero no ahora sus planes habían cambiado un poco. Sobre todo al saber que trabajaría en su empresa, y que posiblemente la entrevista fuese con él; de igual manera, a pesar de un interés que no debería estar presente en su mente, estaba interesado en la contratación de personas idóneas y muy eficientes para poder trabajar en los asuntos que él necesitaba. -Entonces tienes la entrevista conmigo. Que sorpresa que justamente haya sido aquí donde pediste un puesto- le dijo con una divertida sonrisa. El portero abrió las puertas del edificio y él le invitó a pasar hacia el interior con ahora el objetivo de comenzar a trabajar pues lo que era una simple conversación parecía haberse fundido en una situación laboral ahora.

-Hemos reducido el personal debido a la poca eficacia que pudimos percibir. Cuento con poco tiempo y necesito personas que sepan lo que hacen y que además estén a gusto con el puesto, imagino que sabes que si a uno no le gusta lo que hace es algo más complicado rendir lo que se pide- le comentó caminando hacia el ascensor y deteniéndose para presionar el botón mientras ya comenzaba a escuchar con atención más profesional el perfil de la chica para el puesto de trabajo. -¿Tienes experiencia?- quiso saber una vez dentro del ascensor aunque por su mente pasó la interrogante sobre si tenía experiencia en algo más que en ámbito empresarial. Dudoso de haber sonado de una manera que no refería solo al trabajo, observó a la chica para poder escuchar su respuesta y también cualquier indicio de que hubiese entendido algo más. -Te haré la entrevista más temprano si no es problema para ti, ya que estamos por aquí me gustaría aprovechar el tiempo- agregó luego. -No puedo creer que hasta hayas pedido trabajo aquí sin saberlo- dijo medio riendo. Más allá de todo, se le hacía extraño tener a la joven ahí, en otra ciudad y con otras circunstancias pero era de las cosas que uno no se esperaba.

A Aidan le agradaban las mujeres con inteligencia, le gustaba la eficacia, sobre todo si se trataba de dar un puesto de trabajo dentro de su empresa; ya había tenido algunas malas experiencias con respecto a ello, y por eso en este caso había accedido a realizar las entrevistas él con el fin de saber quién ingresaba dentro de las instalaciones pues su personal no había sabido elegir con más detalles eso y no era de los que tenían tiempo para perder sino todo lo contrario. Él era eficaz en todo lo que llevaba a cabo y le gustaba recibir lo mismo a cambio; por ello, el comentario de la joven le hizo sonreír a penas pensando en que seguramente le fuese muy bien en esa entrevista y tal vez porque deseaba darle ese puesto por algunas otras cuestiones internas. -Te agradezco, aunque debo admitir que conté con la ayuda de especialistas en el tema- comentó mientras caminaban hacia el elevador. La decoración entera la había decidido él pero con el consejo y ayuda de quienes sabían a cerca de decoración aunque siempre estuvo a favor de los colores neutros y el ambiente poco cargado, consideraba que de esa manera se podía trabajar mejor. El lugar era amplio, bastante silencioso a pedido de él y con personas comprometidas en sus labores, ya que quienes no lo estuvieran corrían peligro a quedar sin su puesto; la paga era demasiado buena como para que se arriesgasen.

Reaccionó sujetando a la chica con su brazo libre acercándose más a ella por simple reflejo instintivo, reflejos que le sobraban por saber cómo manejarse con sus negocios no empresariales. Fue el primer momento en el cuál la tuvo a poca distancia y sus ojos se fijaron en los de ella para pasar luego a una suave recorrida de cada detalle de su sonrojado rostro para finalizar de una sutil manera en sus labios cuando la misma le habló. -Hueles muy bien- dijo en un suave tono de voz y sin pensar en sus palabras; nunca las pensaba, decía cada cosa que se le ocurría, sobre todo si se trataba de una mujer aunque quizá no era del todo adecuado específicamente con ella hacerlo. La soltó cuando supo que quedarse cerca iba a ser solo para problemas, y dio un suave suspiro centrándose nuevamente en su mirada. -¿Estás bien? estos ascensores suelen ser algo peligrosos- respondió con una media sonrisa y presionó el botón del mismo observando las puertas cerrarse delante de ambos. Le habló de la empresa y de lo que esperaba de su personal, terreno seguro y lejano a cualquier otro tipo de deseo.

-¿Escribes poesía?- preguntó con curiosidad. No leía mucho ese tipo de artes, pero se preguntó que tipo de poesías escribiría la chica, si se tratarían de las mismas cosas de amor que toda chica podría escribir o quizá de algo más profundo. -Sabes mucho, es importante tener esa formación si quieres trabajar por aquí, tenemos socios de muchos países y necesitamos en ocasiones servicios de ese tipo- comentó considerando que verdaderamente era una suerte que la joven decidiera pedir trabajo en su empresa aunque aún le faltaban algunas preguntas básicas para saber cómo se desempeñaría y eso sería con la entrevista en sí. Tomó los expedientes que Alethia le pasaba a la misma vez que las puertas del elevador se abrían; tras eso y al escuchar sus últimas palabras hizo un recorrido algo descarado desde los pies hasta el cabello de ella algo pensativo y maldiciendo en su interior por estar comportándose como solía comportarse y no como debería hacerlo. -Te ves bien así, ¿Qué pensabas ponerte?- preguntó sin preámbulos caminando con tranquilidad fuera del elevador tras hacerle seña para que pasara delante.

Muy en su interior, sabía que no estaba yendo por buen camino de esa manera, pero no le gustaba controlar su forma de ser. Tendría sus cuidados, pero sin tener que reprimir demasiado lo que era o como actuaba. Se detuvo delante de la puerta blanca de su oficina y abrió la misma marcando su huella en el pequeño sensor que se encontraba en la pared; un método de seguridad para que nadie más que él ingresara; una vez la misma se abrió miró nuevamente a Alethia. -Adelante y bienvenida- le dijo de forma amable y más formal que sus anteriores comentarios. Era hora de comenzar al entrevista.

Aidan hizo nota mental para poder ponerle así de incomoda en más de una situación. No quería hacerle pasar mal pero su sonrojado rostro era algo que quería volver a ver, sobre todo si se trataba de reacciones provocadas por su persona. Escuchó a la chica continuar hablando sobre su trabajo cada vez sintiendo que sería la mejor postulante para poder tomar el cargo de la empresa aunque aún le quedaba leer las entrevistas que su secretaria podría haber hecho los días anteriores y esperaba que por el día de hoy solo tuviese a Alethia. No le gustaba realizar un trabajo que le pertenecía a asuntos sociales de la empresa pero quería también asegurarse de que no contrataría a ningún incompetente que le hiciera perder tiempo y dinero. Ambas cosas se habían vuelto importantes para él desde la temprana adolescencia gracias a su padre, sabía que era mejor el tiempo ganado y aumentar las ganancias de cualquier forma. -Basta con que puedas traducir los documentos y publicaciones pertinentes que puedan pedirte por aquí. Hay mucha demanda y tenemos pocos traductores así que necesitamos personas rápidas y comprometidas- comentó sin adelantar demasiado pues quería hablarlo bien en la entrevista cuando estuvieran ya dentro de la oficina.

Con aromas a jazmines, Aidan salió del ascensor esperando que a la chica se le ocurriese usar bastante seguido ese tipo de fragancias; sensible a cualquier tipo de estímulos, el joven disfrutaba mucho de ese tipo de detalles que muchas otras veces podían pasar desapercibidos por cualquier otra persona. -Si la entrevista sale bien y te llamamos para el puesto, podrás usar tu falda cuanto quieras, así que no te preocupes- agregó; pensaba que el pantalón ya le iba bien pero no quería perderse la oportunidad de verla en falda de ninguna manera. Ingresaron en la amplia y neutral oficina; los colores blancos y negros eran los que se observaban en toda su extensión y los amplios ventanales con vista a la avenida más transitada de la zona comercial en la cuál se encontraba la empresa. Esperó a que la joven tomase asiento e hizo lo mismo del otro lado de su escritorio abriendo el expediente que tenía en sus manos no sin antes sacar de una de sus carpetas las preguntas pertinentes para la entrevista aunque no era nada estructurado, preguntaría lo que necesitase preguntar.

-Perfecto. En primer lugar ¿Estás al tanto de el funcionamiento general de la empresa? Tenemos asociadas muchas de las mejores editoriales del país e incluso fuera del mismo; nuestros clientes no solo resultan exigentes sino que por el mismo prestigio de la empresa esperan resultados excelentes y como siempre he dicho, fallarles sería fallarme a mi mismo y una gran pérdida de dinero- comenzó siendo claro, contándole lo necesario a cerca de la empresa. -Necesitamos una persona que cuente con disponibilidad horaria pero no solo para el trabajo dentro de la empresa sino también por si necesito trasladarme por algún motivo y realizar algún viaje. ¿Cuentas con tiempo disponible?, ¿Podrías viajar en caso de que te lo pidiera?- preguntó y culminó ahí para poder saber las respuestas de la joven; él no pasaba demasiado tiempo dentro de la empresa pero de igual manera participaba de forma activa en la misma, sabía cómo trabajaba su personal y realizaba todos los viajes que fuesen necesarios. -¿Eres eficiente con lo que haces? quiero que me des un buen argumento de eso- preguntó con la seriedad que implicaba e internamente con la doble intensión de saber simplemente como respondería a algo así. Aidan debía admitir que la joven delante de él, llamaba su atención de una forma muy poco convencional.

Aidan esbozó una sonrisa de satisfacción por la forma de hablar de la joven que se encontraba delante de él. Era justamente lo que estaba buscando para su empresa; conocía cada discurso que podían brindarle, todos estaban desesperados por entrar a trabajar ahí, la paga era excelente y además el lugar contaba con un reconocimiento importante que le serviría a cualquier curriculum que presentaran en otros trabajos. Quienes pasaban por esa experiencia laboral, y contaban con el respaldo de Aidan, posiblemente conseguirían también trabajo en cualquier otro lugar de la ciudad referente al sistema empresarial. Era ese el motivo por el cuál él se tomaba tan en serio la tarea de escoger personal, no cualquiera ocuparía ese puesto, y se dijo a si mismo que quizá era mucho mejor que lo hiciera una persona que conociera un poco mejor a un total desconocido. De todas formas, la última decisión era de su parte, más allá de los postulantes que pudiesen haberse presentado esos días, si consideraba que Alethia era la indicada al finalizar la entrevista, entonces el puesto sería de ella.

-Me alegra oírte hablar de esa manera. Soy muy exigente con el trabajo que se desempeña aquí. Entenderás que necesito ese tipo de compromiso por parte de la otra persona para que las cosas funcionen bien pues a pesar de los diferentes cargos, la empresa no funcionaría si no fuese por el trabajo que los empleados realizan- le comentó mientras leía el expediente de la chica solo para continuar corroborando que su experiencia y conocimientos eran amplios. Aidan podía tener un nivel máximo de exigencia pero comprendía también la situación que ella le planteaba y si se trataba de temas de estudios prefería fomentar y facilitar eso de un modo más flexible si se trataba de un corto período de tiempo. Él también había sido estudiante en sus momentos y sabía cuánto tiempo insumía eso aunque por otro lado, necesitaría que ella pusiera lo mejor de sí en el trabajo también. -Entiendo la situación, no te preocupes. En caso de contratarte no pondré mayores trabas a eso pero te pediré que se pueda separar lo que son las tareas estudiantiles del tiempo que pases aquí dentro, ¿Eso sería un problema para ti?- quiso saber.

Volvió a mirar las varias preguntas que le quedaban en el papel impreso pero no creyó ya necesario continuar con algo que estaba bastante dicho y que por otro lado contaba con toda la intensión interna de tenerla en la empresa. -Creo que con lo que sé ya es suficiente, no voy a hacerte miles de preguntas de cosas básicas que seguramente ya sabes como los temas de compromiso o el desempeño del trabajo- dijo dejando la hoja a un lado y centrando sus oscuros ojos en la chica. Una chica que si bien le había parecido siempre algo retraída, se mostraba en ese momento como alguien segura de lo que quería y también de los conocimientos que tenía para poder trabajar ahí. Aidan no necesitaba nada más que eso. -El período de prueba para todo el personal es de 3 meses, los mismos serán pagos como si estuvieras trabajando pero el contrato será firmado hasta esa fecha. Si tu desempeño ha sido adecuado, entonces pasarás a firmar contrato por dos años- le comentó los pasos básicos de contratación para trabajar ahí. -¿Puedes empezar esta semana?- finalizó. Era concreto, tanto como la situación lo requiriese, más aún si se trataba de asuntos laborales, un terreno en el cuál se desenvolvía con enorme soltura sabiendo con seguridad lo que podía esperar.

Alethia asintió ante el argumento de Aidan, entendía su necesidad por la excelencia y el compromiso. La castaña había visto cómo su padre trabajaba con el mismo empeño y exigía de sus empleados el mismo nivel de calidad que ahora Aidan pedía de ella y no iba a decepcionarlo si le daba el puesto. Por la investigación que había hecho de la empresa, sabía que el pago era uno de los mayores atractivos para todos los postulantes y aunque ella lo sabría aprovechar al máximo, no era esa la razón por la que deseaba el trabajo. Desde la universidad siempre se había visto trabajando como traductora en una prestigiosa editorial. No podía creer que su sueño estaba tan cerca de cumplirse. Todo gracias a una coincidencia, a saber lo que hubiera sucedido si ella y Aidan no se hubieran encontrado antes.

Al hablar sobre la posibilidad del contrato, él aseguró que no habría problema si trabajaba sólo medio tiempo mientras estaba en sus cursos. Ale comenzaba a sentir que se había sacado la lotería, no sólo Aidan la tomaba en serio a pesar de su edad, sino que además estaba dispuesto a concederle el tiempo necesario para terminar con su preparación. Ese hombre estaba asegurándose un pedestal en el corazón de la chica.  — No habrá problema con eso, te lo aseguro, me encargaré de cumplir con mis deberes en casa y llegando aquí me dedicaré a lo que me asignen— aseguró con confianza. Sabía separar sus obligaciones y no fallaría, ni en los cursos ni en su periodo de prueba en la editorial.

Aidan revisó su currículum y después le comentó cómo procederían a partir de ahí. Al parecer tendría un mes más de lo que esperaba para demostrar su valía. Los dos meses que duraba el curso supondrían una carga más pesada, pues estaría rindiendo la mitad de sus capacidades pero para el tercer mes podría estar dedicada al cien por ciento al trabajo y le demostraría a todos que podía cumplir con las expectativas. El rostro de Thia debió resplandecer cuando él le preguntó si podría comenzar esa misma semana. Le habría besado los pies por haberla aceptado. — Por supuesto, mañana salgo de clases a las doce así que, si te parece bien, puedo llegar después del almuerzo.  Y dado que sólo trabajaré medio tiempo, supongo que es la mitad del sueldo lo que recibiré— dijo sin sonar quejumbrosa o disgustada por ello. Al contrario, a ella le iría bien. — No me tomes el comentario a mal, no es el salario lo que más me importa pero creo que es importante que hablemos de esto con honestidad y lo cierto es que sería lo justo— la joven no hizo el menor movimiento que indicara su partida. Sabía que la entrevista estaba terminando y aún así ella no deseaba irse.

Sin embargo, tampoco podía prescindir del tiempo de él, después de todo, era un hombre importante y si bien le había dado empleo, eso no quería decir nada. Una vez que comenzara, debía de hacerse a la idea de que no se verían todos los días, ni que desarrollarían una relación más cercana. — No sabes lo mucho que te agradezco la oportunidad, Aidan. Sé que para ti no debe de ser una decisión fácil contratar a alguien tan joven, pero no pienso fallar, haré todo lo que esté en mis manos por satisfacer tus exigencias  — inocente e ingenua como era, Thia no se percató del doble sentido que podrían esconder sus palabras.

El hombre sentía que había tomado la decisión correcta. Bastaría con realizar el papeleo necesario y firma de documentación para que la joven pudiese comenzar a trabajar. -Necesitaré que hagas unos trámites con tus documentos para que todo se encuentre en regla...- dijo sacando del cajón de su escritorio los papeles del contrato y entregándoselos. -Lee con calma el contrato, tienes tiempo hasta mañana por la tarde para firmar y para realizar los trámites correspondientes; ahí especifica no solo las tareas que vas a desempeñar sino también el pago y el tiempo de prueba- le comentó por arriba pues luego la chica se encargaría de leer todo lo que hiciera falta. Siempre había preferido, tratándose de cargos importantes para la empresa, dar tiempo de lectura del contrato y también evitarse cualquier tipo de inconvenientes en un futuro. Bastaría con que ella leyera, firmara e hiciera lo que el instructivo decía con su documentación y registro para de esa manera estar legalmente habilitada para poder comenzar a trabajar aunque a Aidan la palabra "legal" ya le causaba gracia.

-No me agradezcas, demuéstrame que el puesto es para ti y que tome una buena decisión contratándote- comenzó diciendo y reprimió una leve sonrisa por la última frase de la chica. Satisfacer las exigencias de él no iba solo de parte del trabajo sino de muchas otras cuestiones que en ese momento se le pasaron por la cabeza. La miró fijamente, tomándose el tiempo para poder responder a lo dicho, buscando incomodarla solo un poco más para obtener nuevamente su leve sonrojo. -Ya veremos si eres capaz de satisfacerme- culminó dejando que la frase flotase en el aire cargándolo de tensión y sin ningún intento de acomodar lo dicho pues lo había soltado para que sonase como tenía que sonar. -Nos vemos mañana entonces, un placer poder tenerte trabajando aquí y cualquier cosa que necesites nos mantendremos en contacto. En la oficina principal te explicaran las tareas cuando hayas firmado y tengas lo que se necesita- finalizó con algo más de seriedad y ahora sí refiriéndose a lo profesional. Quedaría ahora por ver qué sucedería.