Un placer encontrarte ► H.B

A lo sumo tenia hora y media para descansar del montón de archivos que tenia sobre mi escritorio. Además del caso que estaba revisando, tenía la tarea extra de verificar viejos casos archivados en el estudio. Dos cajas llenas de carpetas, papeles, formularios y pruebas que debía revisar uno por uno para luego llevarlos al depósito.  No era recomendable tirar nada, nunca se sabe cuando el caso puede reabrirse o cuando vamos a necesitar presentar algún acta importante. A lo largo del mes no hubo grandes complicaciones, casi siempre eran casos simples donde bastaba con una simple audiencia para solucionar todo, o incluso una convocatoria entre ambas partes para cerrar un trato en común. Era real que no sería cabeza de ningún caso importante o que implique un gran desafío, todavía no tenia los años necesarios para que el estudio jurídico tuviera la plena confianza sobre mis capacidades, era lógico, si algo salía mal los únicos perjudicados eran las firmas adjuntad y el propio estudio en sí.

Era hora pico en la cuidad. Todos salían de trabajar y eso provocaba un caos. Por suerte había una cafetería muy llamativa a unas calles del estudio donde trabajaba, no necesitaba transporte para llegar.

Camine distraídamente por las calles transitadas de la enorme cuidad, notando como las bocinas de los autos eran el único sonido dominante en la escena. Todos parecían estar apurados por llegar a sus casas o a sus trabajos que realmente no disfrutaban del enorme día. El sol brillaba cada tanto, ocultándose entre los enormes edificios de Chicago. A los minutos logre llegar a mi destino. Ordene un café cortado con leche acompañados de algunos pasteles, especialidad de la casa. Mientras esperaba, retire el saco de mi cuerpo dejando la prenda perfectamente colgada en el respaldar de mi asiento. También deje un maletín de cuero negro a un lado de mi asiento, siempre cerca para evitar extraviarlo y quedar como un imbécil ante mi jefe.

— Muchas gracias… — Sonreí de lado cuando una amable joven dejo mi merienda justo en frente de mi.

Tras la muerte de su padre, Helena había decidido hacer un viaje a Inglaterra, tenía mucho por pensar y asimilar. Él hombre había sido su inspiración, su ejemplo a seguir durante toda su vida y ahora que no lo tenía le era difícil adaptarse a su ausencia. El viaje a Londres serviría para encontrar la paz que le hacía falta. Ella no era muy afecta a demostrar sus emociones, una tormenta podía estarse desarrollando su interior y ella trataría por todos los medios de demostrar estar impasible, aunque al final por las noches en la soledad de su habitación pudiera desahogarse.

Estuvo cerca de dos meses en la capital inglesa hasta que decidió que era tiempo de volver. Extrañaba a su madre y su hermano, a pesar que había estado en contacto con ambos por medio de las redes sociales. Aidan era como su ángel guardián que siempre estaba al pendiente de ella, así que cuando les dio la noticia de su regreso, su familia no pudo estar más feliz. Sólo que con su regreso también tendría que ponerse al corriente con todos los asuntos de las empresas de su padre que aunque su hermano era quién se encargaba de eso, ahora ella también quería tomar parte en los negocios.

En cuanto llegó a su casa su familia la recibió con emoción, comieron, cenaron y se pusieron al corriente de todo lo que había pasado en su ausencia que en realidad no había sido demasiado pues siempre estaban en contacto; sin embargo el hecho de estar juntos era motivo de festejo para la familia Boulet. Al día siguiente después de un desayuno rápido, asistió a la oficina de Aidan para afinar algunos detalles antes de tomar posesión de su nuevo cargo dentro de la empresa. Un par de horas más tarde sintió deseo de un café capuccino, pero a pesar que podía pedirlo en la oficina creyó que era mejor idea ir a una de las cafeterías cercanas. Era una de sus favoritas y era el pretexto ideal para estirar sus piernas mientras paseaba por las calles.

Al llegar se dirigió a una de las mesas que estaba cercana a la pared con solo dos espacios. No necesitaba más ni tampoco tardaría demasiado en el lugar. Era solo un café rápido y con la misma volvería a la empresa. -Un capuccino, por favor.- ordenó mientras veía por encima una revista de moda que había comprado mientras caminaba hacia el lugar.

Aproveche la buena disponibilidad de la mesera para pedir una copia del periódico local, me gustaba comenzar el día actualizado sobre el entorno donde convivía diariamente. Esta cuidad era enorme, llena de problemas y de noticias interesantes para leer. Tome dos pequeños sobres de azúcar para incorporarlos a la taza de color blanco que tenía en frente. De la taza emergía humo por la elevada temperatura del café, debía tener cuidado cuando hiciera el primero sorbo. Agradecí con una sonrisa cuando el diario llego a mis manos, no era de sorprender la excelente atención del café, por ello siempre regresaba y recomendaba aquel sitio. Comencé a revolver mi café con una pequeña cuchara, y con la mano restante tome el diario para leer a grandes rasgos los principales títulos. Mi sección favorita eran las noticias policiales, mi jefe siempre hablaba sobre ellas en el trabajo. El sonido de la puerta llamo mi atención. Levante la mirada sobre el periódico que cubría mi rostro. Lo que vi fue a una morena muy peculiar caminar junto a mi mese para sentarse junto a la ventana. Pensé unos segundos ¿Era ella? ¿Helena? Fruncí el ceño, girando la cabeza en dirección a la mujer, quien por cierto leía una revista de moda. Tarde otros segundos en estar completamente seguro, y si, se trataba de Helena Boulet, una empresaria reconocida entre los grandes negocios.

— Señorita Boulet ¿Ya no saluda a viejos conocidos? — Pregunte para romper el silencio, acompañando mi silencio con una pequeña sonrisa en mi rostro.  

Al parecer ambos estamos en un receso del trabajo, ninguno tenía algún papel importante en mano… simplemente leíamos algo para distraernos de las obligaciones diarias, no era bueno depender tanto del negocio… eso terminaba siendo un desastre la mayoría de las veces. Hace tiempo que no veía a Helena, al parecer la joven tomo el mando que su padre dejo libre. Algo muy admirable de una mujer joven con mucho por aprender, casi tanto como yo, un pequeño abogado con grandes aspiraciones futuras.

— Si gustas puedes acompañarme. — Ofrecí el asiento libre junto a mí, aguardando a su aceptación o en el peor de los casos un rechazo.

Helena siempre había gustado de esa mesa pues el ventanal a su costado le permitía ver el exterior lo cual le servía cuando quería despejarse. Podía ver pasar personas, automóviles o lo que fuera que estuviese ocurriendo y de alguna manera se distraía de todo el estrés que tuviera encima que últimamente parecía haberse incrementado. Entre la muerte de su padre, quién lo había causado y que realmente lo extrañaba. El "Fue un accidente" no le convencía para nada. Últimamente sabía que las cosas no marchaban bien, pero por alguna razón su padre y su hermano siempre parecían estar en un mundo completamente aparte el cual protegían con gran hermetismo. De momento creía que era tan solo la costumbre de que fueran solo los varones quiénes se encargaran de negocios, pero un sexto sentido le decía que algo andaba mal; sin embargo ahora no tenía nada. Esa misma noche se encargaría de hablar con su hermano en la privacidad de su casa.

Mientras pensaba en aquello siguió hacia su mesa favorita cuando alguien la sacó de sus pensamientos. Una voz conocida llamó su atención y volteó hacia el joven del cuál provenía la voz -Señor Birdwhistle...- dijo al verlo mientras enarcaba su ceja y sonreía con cortesía después de encontrarse con un amigo al cual hacía bastante tiempo había dejado de ver -Gracias, muy amable. Creo que aceptaré tu oferta- mantuvo esa sonrisa cortés en sus labios mientras alejaba la silla para tomar asiento en la mesa del abogado -¿Cómo estás?- preguntó con interés pues realmente deseaba saber que había sido de la vida de Zsadist. Había pasado mucho tiempo desde que se habían visto por última vez y ahora era un buen momento para ponerse al corriente.

-¿Qué has ordenado?- preguntó mirando él menú que un momento antes había dejado junto a ella la joven mesera quién se encontraba en espera que ambos hicieran sus pedidos. - Yo creo que tomaré un Capuccino, nada más- con la misma se volvió hacia la mesera para entregar el menú y así poder continuar con la conversación con su acompañante -No imaginé encontrarte aquí, pero es un gusto- dijo sincera, después de todo era una agradable compañía.