Business and pleasure go hand in hand ▬ Alessandra.

Sus tacones resonaban sobre la entrada del hotel mientras se encaminaba a paso rápido hacia la recepción. Era un fin de semana, y como era predecible, había mucho más personas que de costumbre que iban y venían de allí. No que a Anneliesse le agradasen particularmente las multitudes, pero al menos así no atraería demasiada atención hacia sí misma.
Prácticamente todo el staff la conocía allí, y es que ella y las Grazzini habían hecho numerosos negocios desde que llegaron a la ciudad. Claro, también estaba la parte de sus visitas informales en la suite de la mayor de las hermanas, pero eso no era algo que se comentaba a voz alta, o al menos, no en su presencia. Anne quería su privacidad, y quería que los otros la respetasen, hecho del cual los empleados del hotel, ya estaban plenamente conscientes.

Acomodando el bolso en su hombro, paro en frente de la recepcionista, sonriéndole amablemente a la chica mientras esperaba que esta terminara su llamada. No era necesario que se presentase, y Alessandra ya la estaba esperando de todas formas. Aun hablando con un cliente, la joven le paso la llave de la suite de la ultima plata, una que Anneliesse conocía a la perfección. Sonriendo otra vez, guardo la llave en el bolsillo de su chaqueta y se encamino hacia los ascensores.

Estaría mintiendo si dijera que aquella era una visita de placer. Al menos, no lo era del todo. Desde que habían establecido de nuevo relaciones con las chicas Grazzini, el hotel era uno de los muchos lugares de encuentro con los socios respectivos de ambas, y a veces, sus socios en común. La principal razón de su visita allí hoy, era precisamente para pasarle a Alessandra la lista de las personas que llegarían de Rusia el próximo fin de semana, con una importante carga de armas que las dos jóvenes se encargarían de repartir por el continente mediante diversos modos. No era algo particularmente complicado, más bien, era una de esas transacciones que ambas habían hecho mil veces. Pero Anne era perfeccionista, y tampoco quería dejar cosas pendientes para el lunes. Claro, eso le daba también la excusa perfecta de ver a Alessandra, sin tener que admitir directamente que había extrañado su compañía.

Era una extraña relación, la suya con la rubia. No era una basada simplemente en los beneficios que podrían tener de la otra, eso ya lo habían superado cuando habían sido introducidas por primera vez. Tampoco era una basada sola en atracción, porque ya eran suficientemente adultas para controlar aquello si así lo deseaban. Anneliesse no sabía como definirlo, pero había definitivamente una mezcla de los dos elementos, y algo más que ella no sabía que nombre ponerle. Tampoco es que se preocupaba demasiado, porque ella y Alessandra jamás habían tenido necesidad de etiquetas para llevarse bien.

Saliendo del ascensor una vez las puertas abiertas, doblo la esquina para caminar hacia la suite al extremo más lejano del pasillo. Cinco pasos más y ya estaba abriendo la puerta con su llave, medio esperando que Alessandra ya estuviera allí y medio esperando lo contrario, aunque fuera solo para poder sorprenderla con llegar antes por una vez. -¿Aless? –llamo, dejando su bolsa sobre la silla cerca de la puerta y la botella de vino que había traído sobre la pequeña mesita. Tenían el servicio a  la habitación a su disposición, pero a Anne siempre le parecía como si se estuviera aprovechando, y las bebidas o comidas ocasionales que aportaba no eran algo insólito.