¿Coincidencia o quizás el destino? ▬ Franco.

Gotas de agua. Aquello era lo único que lograba que la rubia se despertara del todo sino no había forma humana de que la joven llegara a ser persona en el día. Era Sábado lo que solo podía significar una cosa: la casa iba a estar todo el día patas arribas, las ventajas de vivir sola o eso pensaba ella. La mayoría de los Sábados, su familia hacia una pequeña escapada al centro de la ciudad para así aprovechar y hacer las compras de la casa o simplemente sus hermanas aprovechaban para renovar su armario. No era demasiado difícil librarse de aquellos Sábados especiales y mucho menos si su hermana siempre estaba dispuesta a ayudarla a quedarse. Natasha adoraba a su familia -no iba a decir que no- había sus excepciones pero todo es mejorable. Su hermana mayor era su alma gemela, no tenía palabras para describirla y siempre que necesitaba algo estaba ahí para ella, tanto que había conseguido engañar a sus padre para que así la joven pudiera quedarse en casa y así había sido.

Sus pasos eran firmes y se dirigían hacia la cocina de aquella enorme casa en la que vivía. Aquel apartamento siempre se le había quedado demasiado pequeño desde la muerte de su madre, nunca le había gustado estar allí sin ella pero no la quedó más remedio que terminar acostumbrándose a ello y así lo hizo. Poco tardó en desayunar su habitual tazón de cereales con leche y su zumo de naranja, la rubia era demasiado exquisita en cuanto se trataba de las comidas y así quedaba demostrado en su dieta, su hermana intentaba que cambiara en ese aspecto y poco a poco lo iba consiguiendo pero no era tarea fácil ni mucho menos. Tras recoger todo, se limitó a volver de nuevo hacia su habitación para así tenerla ordenada para cuando todos volvieran de aquella escapada familiar. Estaba subiendo por las escaleras de la casa cuando se paró en seco, un leve sonido se había colado en su tímpano. ¿Quién llamaba a estas horas? No tenía ni la más mínima idea.

Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y abrió con suma delicadeza la puerta. Ni siquiera la había dado tiempo a cambiarse de ropa y vestía con su habitual pijama de verano, sus pantalones cortos rojos y de puntos blancos con su camiseta de tirantes negra, cómoda y perfecta para estar en casa. En cuanto se encontró con la persona que estaba detrás de la puerta no pudo evitar mostrar cierta muestra de sorpresa pero también agrado, muchísimo agrado. - ¿Qué haces aquí? ¡Qué sorpresa! - Añadió mientras tiraba levemente de su bolso y la invitaba a entrar. - Creía que tú también ibas a ir a los "Sábados" que papá organiza. - Su hermana se conocía a la perfección cada lugar de su casa, así que poco tardó en colarse para decir solo una frase. "Vístete que nos vamos".

Dicho y hecho. Al cuarto de hora siguiente la joven se encontraba en uno de los parques más grandes de Chicago. Su hermana se las había ingeniado para sacarla de casa y la rubia mediana no había puesto impedimento alguno. Tras un café y una charla de hermanas, la mayor de las Bianchi tuvo que desaparecer dejando así a la joven Natasha sola en el Hyde Park, no es que la hubiera molestado pero sí que caminar sola por la calle hacia que la joven tuviera un leve cosquilleo en el estomago. ¿El por qué? Porque no la iba eso de que la gente se fijara en ella y empezara a hablar sobre ella. Se limitó a caminar por aquel parque y paró justo en frente de otra cafetería, al menos así, podría llevarse unos dulces y también café, vacía no iba a irse. Al cabo de unos diez minutos, la joven llevaba las manos cargadas con aquella compra que había realizado y se limitaba a caminar por aquel inmenso parque hasta que un leve empujón la hizo retroceder hacia atrás. Y todas las bolsas con aquellos dulces y el café se encontraban ahora en el suelo. - ¡Mierda! - Refunfuñó la abogada mientras se limitaba a observar que había chocado con un hombre y por desgracia le había manchado parte de su atuendo. - Oh dios, lo siento muchísimo. -Añadió mientras observaba aquella desconocida cara que tenía delante, era sin duda alguna, un chico bastante atractivo. - De verdad que lo siento, puedo llevarle la chaqueta a la tintorería o lo que necesite. - La rubia se sentía realmente mal después de aquel tropiezo, ¿por qué demonios tenía que ser tan torpe?

La cara de la rubia en aquel momento era un poema. Se sentía bastante avergonzada de aquel pequeño incidente que acababa de suceder con aquel joven y aquello era notable en las facciones de su cara, las cuáles no se encontraban nada relajadas y adquirían cierto tono de color rojizo, es decir, sus mejillas se encontraban bastante coloradas por haber chocado con aquel chico. Nat no era una joven de esas que siempre iban despistadas, ni mucho menos, siempre iba pendiente de todo lo que ocurre a su alrededor pero sin embargo, había logrado despistarse durante unos segundos haciendo que chocara. Levantó la cabeza y no pudo evitar mostrar varias carcajadas al escuchar lo de la tintorería andante. - Parece ser que el café le gusta, creo que nunca había visto un perro al que le gustara. - Bromeó mientras lo observaba más detenidamente y una sonrisa embaucaba su rostro. Realmente, era un joven bastante atractivo. Un joven que te hacia mirarlo, un joven que te llamaba la atención.

Apartó la mirada del chico por unos momentos y se percató a observar el Hyde Park, sin duda alguna, era uno de los mejores parques que la ciudad de Chicago tenía y a la rubia le encantaba pasar tiempo en el. No era la primera vez que se limitaba a dar paseos por el parque, siempre que necesitaba un leve respiro la Bianchi mediana caminaba por el, ya fuera simplemente durante unos minutos o incluso tardes enteras. Volvió a centrar toda la atención en el chico y negó con la cabeza al escuchar su oferta. - Oh, no te preocupes. Es simplemente un café. - Añadió para después apartar un ligero mechón de su cabello que el viento estaba colocando en su rostro. - Ya te mandaré a tu dirección lo que me debes. - Bromeó. Natasha no es que fuera una chica de esas que siempre estaban haciendo bromas, ni mucho menos, pero sabía cuando tenía que ser divertida y cuando no y en aquel momento tenía que serlo. - En serio, no te preocupes, no pasa nada. En todo caso, podría invitarte yo a uno por las molestias causadas y de paso le compramos otro a este pequeñito, que parece que el café le gusta bastante. -Volvió a bromear, agachándose para así acariciar al pequeño perro, el cual era bastante bonito.

- Por cierto, soy Natasha. - Dijo mientras extendía su mano derecha para así dársela al chico. No tenía pinta de ser demasiado mayor ni tampoco un joven de veinte años, sino tendría la edad justa para la joven. Ni siquiera sabía el por qué pero aquel chico había logrado despertar los instintos de la rubia, no sabía qué tenía pero lo que sí sabía era que había despertado algo en ella, algo extraño, algo diferente, algo que no sabía explicar en aquellos momentos. - Aunque es un poco extraño que vayas con toda la ropa manchada, ¿no te parece? Quiero decir, quizás no estás agusto o algo. - Le dedicó una pequeña y dulce sonrisa, parecía que sí que había aceptado la invitación que el joven la había propuesto hacia bastante tiempo de la conversación.